Otra
vez es fin de semana, si no fuera porque mi mujer tiene libre, seguramente ni
me percataría. Vivo en un Sábado perpetuo, las temperaturas han subido, el
esplendor de la primavera se hace patente, las montañas verdes, el cielo claro y los PÁJAROS CANTANDO FURIOSAMENTE son la
prueba de que el ciclo de la vida sigue su curso.
Hoy es el día en que nuestro «querido líder»
ha decretado que la gente puede salir de casa, el pistoletazo de salida para
que las hordas de gente invadan las calles. Distancia de seguridad, horarios de
salida, son algunas de las medidas adoptadas por el gobierno. Confiar en el
sentido común de la gente es un acto de fe tan vacío como estéril, es lo más
parecido al desierto de Sahara. Grupos de gente deambulando por las calles, niños
correteando y ancianos paseando con sus cuidadores son los elementos necesarios
para invocar a la tormenta perfecta, ¿para esto nos hemos confinado dos meses? ¿Para
esto saludan los descerebrados al aplaudir a las ocho de la noche? ¿Seguro que
la sociedad será más colaboracionista? Esta última pregunta la puedo contestar,
sí, colaborarán con el gran líder a pies juntillas, el individualismo está
tocado de muerte.
Mi lúcida o perturbada mente, según a quién
se le pregunte, estoy convencido de que los pájaros no pian a causa de la
primavera, estoy seguro que nos están advirtiendo. Nuestra insensatez y falta
de respeto a un virus desconocido portador de la parca no es causa suficiente
para que años de idiotez grupal desaparezca. LOS PÁJAROS CANTANDO FURIOSAMENTE, insultando la estupidez humana, cagándose en nuestra «superioridad intelectual»,
en la inconsciencia, en la especie que
es la fuente de los agravios cometidos al planeta.
No quiero acabar esta crónica de forma
negativa, quiero ser optimista, motivos no me faltan, pese al confinamiento no me he sentido solo,
es más, la semilla del optimismo ha brotado en mi interior. Comprobar que no estoy solo, que un pequeño
grupo de gente piensan y empatizan con muchos de mis pensamientos es
alentador, contar con Óscar, Javier, Juan, Cabotti y Daniel es lo mejor de estos meses de deriva autoritaria, me siento como parte de la resistencia… ¡Qué
cojones, somos el jodido Grupo Salvaje!