Después
de un mes y medio sin recibir ingresos, hoy hemos cobrado algo, en casa estamos
con un ERTO, que ya lo podrían llamar directamente MUERTO. La paga del Gobierno
ni está ni se la espera. Hemos cobrado dos semanas que Raquel ha currado, 350€,
como podéis ver un dineral (modo ironía on).
Desde que empezó la pandemia los únicos
gastos en casa son en comida y en facturas: alquiler, agua, luz, garaje etc.. El
tener que lidiar con todas las facturas es tan irremediable como la muerte, no
se escapa ni dios y, por supuesto, no hay condonación posible. Los vampiros
no-mueren, tienen la necesidad de sangrarnos.
Estoy orgulloso de cómo lo llevamos, no
hemos tenido ni una puta discusión en este periodo de economía de
supervivencia. Cada dos semanas voy al
Supermercado y cargo con lo necesario para pasar medio mes, tampoco nos hemos
privado del vicio, el puto tabaco. También hemos contado con la inestimable
ayuda de mi madre, con el trabajo de mi padre invertido en un pequeño huerto y
en el mantenimiento de gallinas ponedoras no nos han faltado huevos ni
vegetales. A parte de la carne que nos
suministra mi madre de vez en cuando.
La verdad es que no estoy muy preocupado
por esta situación, me preocupan más las miles de familias que están evocadas a
una pobreza incipiente, «el gran líder»
y sus compinches hablan y hablan pero no hacen nada. Autónomos que siguen
pagando su cuota sin tener ingresos,
ERTOS que no se cobran etc.. El cambió del nuevo orden mundial les estas
saliendo redondo. Cada día que pasa los ricos son más ricos y los pobres cada
vez más pobres. La clase media, tan expandida en occidente, se está
extinguiendo a pasos agigantados. La
clase política al servicio de las grandes empresas que, a su vez, son súbditas del
libre mercado. Está quedando un panorama desolador para la gente de a pie, una
autocracia cojonuda.
El estado de emergencia es la llave que
utiliza el poder para inocularnos el miedo, con el miedo instalado en nuestro
día a día nos volvemos seres más manejables,
sometidos al nuevo orden mundial. Con miedo la lucha ya está perdida
antes de iniciarla. No soy un tío catastrofista, deseo con todas mis fuerzas equivocarme.