viernes, 1 de mayo de 2020

Día 47.

A algún vecino le ha parecido buena idea darle un pito a su hijo para que juegue en el balcón. Hace más de dos horas que ese maldito niño no para de pitar, y si juntamos eso con el dolor de cabeza que arrastro desde que me he levantado, el día pinta estupendo.
   Miro un película de terror de serie B de los años ochenta, no sé como se llama ni de qué va, pero me gusta que esas imágenes viejas de color rancio palpiten en la pantalla del televisor mientras un grupo de moscas que se ha colado por la ventana revolotean a su alrededor. Hace días que se me revuelve el estómago a la mínima que como algo, empiezo a estar bastante harto de tener que vivir siempre con dolor,porque a la mínima a mi estómago le da por ponerse en modo de centrifugación; miro esas putas moscas y en cierta manera las envidio, poder volar a esa velocidad y realizando esos perfectos ángulos rectos en pleno vuelo, con la única preocupación de poder encontrar una buena mierda donde poder saciarse y morir al cabo de unas pocas horas de su nacimiento. El virus debería acabar con todos nosotros de una vez por todas, así las moscas heredarían la tierra, un planeta lleno de mierda y lleno de cadáveres descomponiéndose en las esquinas. La tierra prometida para la nueva raza dominante.
    Me siento cansado, ayer no dormí en toda la noche, me dan pequeños ataques de ansiedad, no son muy graves pero sí que son cada vez más seguidos. Me estreso si pienso que estoy encerrado, me estreso si pienso que puedo salir, me estreso si pienso que tendré que volver a trabajar con todo este dolor como compañero, me estreso si pienso en no volver a trabajar y dejar a mis compañeros solos ante el peligro, me estreso si pienso que llegará la noche y no podré dormir y me estreso si pienso en que me quedaré dormido y no dejaré dormir a mi mujer con mis ronquidos. Es como si todo lo malo girase alrededor mío como un maldito vórtice que lo absorbe todo y a todos y yo fuera el único culpable.
    Siempre he tenido ese maldito sentimiento de culpabilidad por todo, desde que era pequeño, cualquier cosa que pasa siempre me da la sensación de que es por mi culpa, aunque a veces yo no tenga nada que ver. No diré que me siento culpable por el virus o la cuarentena, sé que no soy tan importante en el mundo como para poder crear mentalmente un virus que acabe con la humanidad —por muchas veces que lo haya deseado—, pero sí que me siento culpable por no poder estar en todos los lados donde están los míos para ayudarlos, necesitaría poder dividirme en varios Juanes para poder hacerlo, sé que eso es imposible, pero no quita que me sienta culpable por no poder hacerlo.
    Esta noche me sentaré en el sofá e intentaré ver una serie con mi mujer cuando la niña se duerma, después nos acostaremos, daré vueltas y vueltas en la cama hasta que pueda dormirme, o me levantaré de madrugada para dar vueltas por la casa, escuchar a Mozart a bajo volumen y echarme una partida de ajedrez contra mí mismo. A lo mejor hasta me siento culpable por ganarme.